domenica 31 ottobre 2010

Crónica de la Comisión de redacción: 31 octubre

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La sesión final comenzó con una reflexión-oración dirigida por el P. Orven Gonzaga y fue presidida por el P. Luigi Vaninetti, que comenzó diciendo que la sesión consistiría en 4 partes: la lectura, por parte del Secretario del Sínodo, de las decisiones tomadas en el Sínodo; un informe de parte del Ecónomo General sobre los gastos del Sínodo; una evaluación verbal del Sínodo por parte de los miembros del mismo y las notas conclusivas de parte del P. General.

El P. José Luis Quintero leyó el texto de las seis propuestas en las cuales el Sínodo estuvo de acuerdo y son: 1) La propuesta sobre el Fondo de Solidaridad presentada por la Comisión de Solidaridad en las Finanzas; 2) La propuesta de estudiar la cuestión de los criterios para la factibilidad (viabilidad) de las Provincias y la situación de los Vicariatos en preparación al Capítulo General del 2012; 3) La propuesta sobre dar poder de decisión a las Configuraciones; 4) La propuesta de que el Consejo General consulte a nuestros religiosos y a los miembros de los varios movimientos laicales pasionistas y examine la situación de estos grupos en vistas a incluirlos con algunas referencias ya sea en las Constituciones que en los Reglamentos generales; 5) La recomendación a las Provincias sobre la elegibilidad de los Hermanos Pasionistas (coadjutores) para que ocupen el cargo de primer consejero en los consejos provinciales y 6) La propuesta de que las Configuraciones continúen su trabajo hasta el Capítulo General del 2012.

Homilía para la Clausura del XIV Sínodo General

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Queridos Hermanos de la Congregación, damos gracias a Dios por estos días que hemos compartido juntos y lo hacemos con la Eucaristía, en la que Jesús mismo se convierte en acción de gracias al Padre mediante su muerte renovada y ofrecida como otra “última cena” en el Cenáculo de esta capilla, en la que Él es de nuevo sacerdote y víctima, y nosotros con Él, por el cuerpo místico que es la Iglesia.

La Solidaridad tiene su máxima expresión sobre la Cruz, donde Jesús muere por nosotros, y en el Cenáculo donde Él toma el pan que es su cuerpo, lo parte y lo comparte entre los discípulos; toma la copa de vino que es su sangre y la da a los discípulos para que todos beban de ella. Partir y compartir el mismo pan y beber de la misma copa es el “signo” de nuestro compartir y de la solidaridad y de ello hacemos “memoria” y lo realizamos en este sacrificio eucarístico, en el que “siendo un solo pan, somos un solo cuerpo, aunque somos muchos porque compartimos el mismo pan” (1Co 10, 17). Las opciones personales, de la Congregación y del Sínodo no pueden estar en contradicción con lo que estamos celebrando.

Compartir, partir el pan para distribuirlo, hace que los dos discípulos de Emaús reconozcan a Jesús.

Pero estos días del Sínodo y los dos años después de Cuernavaca no han sido todos fáciles. Hemos vivido días de niebla, de confusión, de temor y la “tentación de éxodo en sentido contrario”, con el deseo de volver como Israel a los trabajos forzados y a la precariedad de la vida en Egipto. Dios tenía un proyecto para su pueblo, no era un proyecto para ayudar a los poderosos sino para liberar a los oprimidos.